LITERATURA FEMINISTA: ¿Dónde encaja un nombre de guerrero?
- Laura

- Feb 22, 2021
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Tengo la convicción de que Un nombre de guerrero es una novela feminista, pero ¿en base a qué criterio me puedo apropiar de ese adjetivo tan reclamado? La novela no es un tratado teórico, no es un manifiesto, ni un ensayo que ilustre las bases del feminismo. No encontrareis en sus páginas un argumento guerrillero o activista. No se denuncia la vulneración de los derechos de la mujer, ni se reflexiona sobre su rol en la sociedad. Al menos, no de manera explícita.
Hay ocasiones en que alzar la voz es un acto tímidamente subversivo, como un flujo de palabras que, tras vacilar indecisas, se lanzan a nadar contracorriente, a chapotear con los brazos para llegar a algún sitio, no está claro a dónde, a un bordillo donde asirse y salir a flote, a un islote poblado donde las escuchen. Eso es Un nombre de guerrero. Atraviesa mi cuerpo como un rayo la energía para narrar al mundo una realidad con la que me di de bruces, para después levantar la cabeza adolorida y constatar extrañada que no dejaba huella, que no todo el mundo la veía, que nadie parecía entenderla.
La maternidad ha sido un tema al abrigo del discurso público, a resguardo de la literatura; una actividad de puertas para adentro, reservada a la intimidad del hogar, una extensión de la mujer que parecía no caber en el concepto de universalidad. Dentro de la maternidad, el aborto es ese mueble que tapamos con una sábana. Está ahí, lo sabemos, el mueble es demasiado aparatoso como para obviarlo, aunque quede arrinconado en los márgenes del salón. El aborto es legal en España, un derecho adquirido que, no obstante, intentaron restringir no hace demasiado incluso en los casos de enfermedad grave del hijo. Solo por eso deberíamos defenderlo a diario, pues sabemos que bajar la guardia es ceder terreno a los que buscan llevarse el mueble en el camión de la mudanza.
Pero yo deseo ir más lejos. Busco deshacerme de esa sábana rancia y amarillenta. Quiero que corra el aire, que el mueble quede expuesto y lo iluminen los rayos del sol; que todo el mundo lo vea y acaricie las melladuras que su recuerdo deja en la piel de madera, que deje de ser ese episodio que sucedió a hurtadillas y que escondes en tu memoria, de forma culposa. Porque las referencias legitiman a las que vinieron y a las que vendrán. Porque la maternidad real no es cosa solo de mujeres, es y debe ser universal.




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